miércoles, 14 de marzo de 2018

¿POR QUÉ DIOS PERMITIÓ EL MAL?

SATANÁS: DE LA EXCELENCIA A LA PLENA DEFORMIDAD
¿POR QUÉ DIOS PERMITIÓ EL MAL?


Intentaré en este capítulo ser lo más conciso posible, aun cuando el asunto exija cierta complejidad para el entendimiento, pero es importante explicar esto, para que entendamos el camino que existió para que el Mal se instale en el mundo en que vivimos.

Este cuestionamiento continua en los tiempos actuales siendo hecho por las personas, que de alguna manera no entienden cómo es posible que Dios, siendo bueno, haya permitido la existencia del Mal en medio de nosotros.

¿Dios no hubiese podido impedir todo ese Mal con una simple orden de Su boca?

¿Estaría siendo colocada en “jaque” la condición de la Omnipotencia Divina, desde que el mal se adentró en el mundo y se instaló en él?

Es cierto que no fue y no es una falla de la Omnipotencia Divina la existencia del Mal. Dios, ser infinitamente bueno, no podía crear nada que fuese malo, y por eso no fue Dios quien creó el Mal -¡nada malo puede salir de un ser que es solamente bueno!

En este caso, cuando hablamos de Mal, no estamos hablando del Demonio en sí, sino del mal moral que entró en la historia de la creación, causando la desarmonía, contraponiéndose a los planes de Dios.

¿Qué queremos decir con que el mal moral entró en el mundo?

El mal moral solo puede ser aplicado dentro de la creación de Dios a los Ángeles y a los hombres, pues la realidad del mal moral solamente es válida en cuanto a los seres dotados de inteligencia, que son racionales, tienen voluntad propia y son conscientes y libres en sus elecciones. Desde el momento que son seres dotados de inteligencia, racionales y libres, pueden decidir por sí solos qué camino seguir, qué decisiones tomar, -aún cuando hagan elecciones que contraríen la voluntad y la conformidad de Dios.

Como nos enseña Santo Tomás de Aquino:
El mal es la privación del bien.
Si el mal es la privación del bien, eso significa que el mal, en su naturaleza, no es un ser, una cosa que existe por sí misma, que tiene vida propia. El mal no es algo; en verdad, el es la falta de algo… El mal es la deficiencia, es la carencia de la presencia de este Bien Supremo que es Dios.

Y la cuestión continúa: ¿Cómo es que Dios, siendo bueno, podría dejar que de alguna manera una criatura Suya tuviese una privación de este Bien?

Es exactamente en este punto que podemos percibir tamaño amor de Dios para cada criatura. Todo lo que Dios creó, lo creó para que fuese bueno (cfr. Gn. 1,31), lo creó de manera ordenada en Su plan de amor.

¡Dios no podía dotar Su creación de una perfección infinita, así como Él mismo Lo es, infinitamente perfecto! Si toda la perfección que hay en Dios, que es infinita, existiese también en Sus criaturas, Dios estaría “creando otros dioses” y por lo tanto, su creación habría de ser, en determinados puntos, limitada y sujeta a ciertas privaciones.

Pero estas limitaciones y privaciones no estarían desprovistas de la capacidad de continuar y permanecer en el Bien Supremo que es Dios, pues El dotaría a los Ángeles y los hombres -criaturas racionales- de inteligencia. Y esta inteligencia que los distingue de las otras criaturas sería suficientemente capaz de ayudar a su voluntad, para que escogiesen permanecer en el Bien Supremo que es Dios.

Dios además capacitó y dio a los Ángeles y a los hombres el gran don de la libertad en cuestiones de libre arbitrio.

Por lo tanto, Ángeles y hombres son capaces, mediante el libre arbitrio, de hacer elecciones por medio de la inteligencia que les fue dada. Esta inteligencia los vuelve capaces de tener conocimiento de sus acciones, así como los habilita a decidirse o no por estas acciones.

Todavía muchas personas creen que fue el libre arbitrio dado por Dios a sus criaturas que trajo el problema del Mal a la humanidad, pero este es sin duda alguna uno de los mayores dones que Dios podría haber dado a sus criaturas.

Si Dios, al crear a los Ángeles y a los hombres, les hubiese retirado la libertad y el libre arbitrio, seríamos todos como marionetas en Sus manos.

Dios no quiso marionetas en Sus manos, y sí hijos y criaturas inteligentes y libres, que pudiesen, juntamente con Él, en el curso de los acontecimientos, tener la responsabilidad de someter la tierra y dominarla, completando así la obra de la creación.

El catecismo de la Iglesia Católica nos deja esta linda afirmación:
Sin embargo, en su sabiduría y bondad infinitas, Dios quiso libremente crear un mundo "en estado de vía" hacia su perfección última. CIC 310
Dios nos quiso crear el mundo perfecto, sino que quiso conceder a sus criaturas participar libremente de Su Providencia creadora. Creó un mundo en “estado de vía”. ¡Que bella expresión!

Así, “¡Ángeles y hombres por opción libre y amor preferencial” podrían escoger únicamente a Dios!

Danilo Gesualdo
Libro: "Libres de todo mal" - Editora Cancao Nova
adaptación del original en portugues

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